miércoles, 3 de junio de 2015

El “ratiperiodismo” y el juicio por el crimen de Julián Antillanca



Por Iván Marín



En este artículo analizamos la complicidad de los medios de comunicación en los distintos casos de impunidad policial en Trelew y toda la provincia. Para ello tomamos la cobertura que realizaron de la primera jornada del juicio por al crimen de Julián Antillanca.

La primera audiencia del segundo juicio por elcrimen de Julián Antillanca en manos de la policía chubutense no empezó de la manera esperada por los familiares, abogados y organizaciones que luchan contra la impunidad de este caso. La defensa de los acusados logró un primer triunfo táctico al hacer que los jueces se tomen tres días para resolver el pedido de nulidad del juicio. Como no podía ser de otra manera, los principales medios de comunicación de la zona salieron a cubrir esta primera jornada posicionándose indisimuladamente en uno de los bandos contrincantes: el de la policía y el Estado provincial, es decir, en el bando de la impunidad.

Diario Jornada lo hizo en una extensa nota que se caracteriza por reducir la cuestión al plano jurídico, es decir a lo que pasó estrictamente en la audiencia, escindiendo casi por completo el problema político de fondo. Si bien hay un recuadro en la edición en papel donde se menciona declaraciones de la abogada Verónica Heredia denunciando la impunidad en este y otros casos, la impresión que queda a simple vista para cualquier lector es que es una causa judicial más, con algunos detalles que le pueden dar cierta peculiaridad, como el hecho de que el Superior Tribunal de Justicia dispusiera la realización de un nuevo juicio.

Para el caso de la cobertura de diario ElChubut, la cosa toma ribetes canallescos: la misma se basa exclusivamente en la opinión del abogado de la defensa Fabián Gabalachis. Es decir, para este medio poco importó el sufrimiento de una familia que viene luchando hace cincos años por esclarecer el asesinato de su hijo y que la causa no quede impune. En toda la nota no hay una sola referencia al posicionamiento de la querella o declaraciones de los familiares.

En ambos casos el deshilachado ropaje de la supuesta neutralidad periodística lo que esconde en realidad es una parcialidad más o menos velada según el caso. Esta supuesta objetividad está muy lejos de aquello que ya Aristóteles definía como concepto de “verdad” varios siglos antes de Cristo: decir de lo que es, es; y decir de lo que no es, no es. Neutralidad y objetividad no solo no se corresponden en el periodismo, sino que tampoco se complementan: la toma de posición es un requisito harto necesario frente a las injusticias de este mundo.

Desde ya, no hace falta leer a Aristóteles para inferir que el compromiso con la verdad es el primer requisito que debe tener todo periodista, como tampoco hace falta leer a Karl Marx para saber que lo que prima en los medios de comunicación no es el tan trillado chamuyo de la libertad de prensa, sino por el contrario: la libertad de empresa. Todo trabajador de prensa tiene que nadar en este difícil océano donde las profundas aguas de los intereses de clase de las empresas, el Estado capitalista y los distintos gobiernos de turno hacen que su compromiso con la verdad se asemeje al nado a contracorriente del salmón.

Así llegamos a que las empresas de comunicación estén tan interesadas como el Estado en sostener ciertas instituciones fundamentales que son las encargadas de velar por sus intereses. El aparato represivo es quizá uno de los más importantes. De ahí la existencia en la prensa burguesa de esa sección apologética del mismo que no puede faltar en ningún medio de comunicación de dicha clase: los policiales, que no son otra cosa que la voz de la policía en los diarios y demás servicios informativos. El “ratiperiodismo” es el encargado de ensalzar la función de estas fuerzas día a día en los distintos operativos, es también el encargado de encubrir todos sus lazos descompuestos con el crimen organizado, como la trata de personas, el narcotráfico o los desarmaderos de autos, por citar algunos. Poco puede sorprender entonces que sean ellos los portavoces fundamentales ante la sociedad de la exigencia de mano dura ante lo que suelen denominar el “flagelo de la inseguridad”. Nos quieren hacer creen de la necesidad de los policías no para cuidar sus intereses, sino para cuidarnos a todos.

Por ello, más allá de los imprescindibles Gabalachis que precisan estas fuerzas represivas cuando son juzgadas por su accionar contra el pueblo, sus principales defensores quizás sean los propios medios de comunicación. Y allí, a pesar de toda la parafernalia de tinta gastada en discursitos sobre la objetividad que los distintos medios dicen defender, lo que prima es exactamente lo contrario. Citando al ya citado Marx, podemos decir que: “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento (…)” Y es en la práctica donde estos medios de comunicación con sus “ratiperiodistas” demuestran los intereses que defienden.

La impunidad con que se manejan las fuerzas policiales en nuestra provincia es conocida nacional e internacionalmente: al crimen de Julián Antillanca, se le suman violaciones y torturas recurrentes en la mayoría de las comisarías, desapariciones de personas como Iván Torres, caso por el cual el Estado argentino fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Los crímenes lamentablemente se apilan de a montones. Sin embargo, el pueblo con la movilización ha dado sobrada muestra que no dejará pasar los casos sin luchar, a pesar de que el Estado, los gobiernos de turnos, los distintos partidos políticos patronales y las empresas de comunicación se empeñen de estar del lado de la impunidad. Solo la presión popular puede lograr combatir estas injusticias. El jueves a la mañana tenemos una cita a la que no podemos faltar para acompañar a la familiar de Julián Antillanca. Volveremos a estar ahí.







No hay comentarios:

Publicar un comentario