jueves, 25 de junio de 2015

CRIMEN DE ANTILLANCA: Nervios en la Defensa e intimidación a la prensa de unos de los acusados

Por Iván Marín, militante del Partido de los Trabajadores Socialista (PTS)


Mario Milipil prestando declaración. Atrás, Jorge Abraham
con los abogados de la Defensa
Con casi una hora de retraso, a las nueve y veinticinco de la mañana, comenzó la audiencia de ayer. Fue una jornada que como saldo general no dejó conforme a la Defensa, ya que la mayoría de los testigos que presentaron tuvieron indisimuladas contradicciones o no dijeron lo que se pretendía de ellos, lo cual provocó no solo gestos de nervios entre los acusados, sino también rostros sumidos en la preocupación por parte de los abogados. También se registró un intento de intimidación al autor de estas líneas, y afuera de la audiencia la compañera de César Antillanca le tocó presenciar una situación de mínima sugestiva.

El primer testimonio se efectuó vía teleconferencia y estuvo a cargo de Jorge Daniel Vistoso, actual subcomisario en Comodoro Rivadavia, quien fuera integrante de la Brigada de Investigaciones en las primeras semanas del asesinato de Julián. Durante aproximadamente media hora detalló su labor por aquel entonces. Dijo que redujo la investigación a los amigos de Julián y patovicas de los boliches. Planteó como una de las primeras hipótesis algún grado de responsabilidad de Lucas Urbano en la muerte de Julián. Consultado por la fiscal Mirta del Valle Moreno y la abogada por la querella Verónica Heredia, respondió que no entrevistó a personal policial en el proceso. De su declaración se desprendió sin demasiado esfuerzo que llevó a cabo una investigación paralela de la fiscalía. Sobre el particular, César Antillanca analizó que “estaban llevando adelante diligencias que no habían sido solicitadas por el ministerio Público Fiscal cuando este ya estaba a cargo de la investigación”.

Luego declararon Natalia Casas y Oscar Solís respectivamente. La primera pareja de uno de los acusados, Martín Solís, y el segundo su padre. Natalia dijo estar en relación con Martín desde hace aproximadamente once años. Su testimonio se redujo al momento en que Martín Domínguez Reyes, hermano de la testigo Jorgelina Dóminguez, se encontraba en libertad condicional y a ellos les tocaba hacer las guardias. Por su parte, el padre del acusado dijo que el 5 de septiembre de 2010 su hijo a las seis y veinte de la mañana ya se encontraba en su casa en Rawson. Sobre el final, sin que nadie le preguntase nada, quiso tomar la palabra para decir que entendía la lucha de la familia de Julián, pero que su hijo no tenía nada que ver. Sin embargo, fue interrumpido por el Tribunal a pedido de fiscalía, y cuando se retiró le guiñó el ojo a Martín. Nuevamente César Antillanca, se refirió a esta situación del debate, y nos dijo que “tenemos que recordarle al papá de Martín Solís que él viene a reclamar por la altura moral de su hijo, pero que precisamente su hijo está condenado en el “Caso de los hermanos Aballay por vejaciones, además de todos los maltratos”.

Rafael Francisco Williams, en aquel entonces policía integrante de la Brigada de Investigaciones en nuestra ciudad, y desde 2011 empleado del ministerio Público Fiscal, fue el siguiente testigo. Se le consultó por las diligencias que efectuó junto a Vistoso, aunque para disgusto de la Defensa y de los acusados no recordó la mayor parte de las preguntas que le realizaron, por lo que se cayó la estrategia de querer vincular a Urbano en la muerte de Julián. Esta situación cambió el humor de los abogados Fabián Gabalachis y Gustavo Castro, quienes a partir de entonces profundizaron el fruncimiento de cejas que ya les había provocado algunas contradicciones de Vistoso. Cuando se retira Williams pasa delante de donde se encontraban sentados los acusados. En ese instante Jorge Abraham busca cómplice el rostro del comisario Carlos Sandoval y se ríe en una combinación de gesto irónico y nervioso, mostrándose disgustado con el testimonio. En ese preciso momento Abraham da vuelta la vista y observa que quien escribe estas líneas se había percatado del gesto. Ante esta situación, me mira fijo y me dice: “¿Qué mirás vos?”, obviamente en claro tono intimidante, sin sacar sus ojos de los míos, y esperando que yo baje la vista, cosa que no hice. Volvió su cabeza nerviosa hacia otro lugar, y luego se alejó del sitio para sentarse junto a sus abogados.

Mario Milipil, una especie de pseudorollinga cobani treintañero fue el próximo testigo. Milipil se desempeña actualmente en la Brigada de Investigaciones, seguramente valiéndose de su flequillo buchón para internarse en las barriadas y levantar pibes y pibas que se toman una birra o un vino en la esquina, mientras los grandes narcos en connivencia con el podrido y mafioso aparato policial hacen de las suyas. En 2010 efectuaba tareas en el Comando Radioeléctrico. En tono desfachatado y al mejor “estilo Paolo” respondió preguntas, mostrándose algo nervioso, pero sin llegar a ser una declaración clave para la Defensa ni para la Acusación.

Luego de dos testimonios irrelevantes, prestó declaración Valeria Zabala, oficial de guardia de la Comisaría Cuarta la madrugada que asesinaron a Julián. Fue quizá la única testigo que presentó la Defensa ayer que tuvo una actuación más o menos acorde a lo que se esperaba según los intereses de los acusados. Sin embargo, su testimonio no estuvo exento de contradicciones. Al respecto, César Antillanca advirtió que “creo que hoy queda acreditado que no son fiables los libros de la Seccional Cuarta y del Comando Radioeléctrico, dado que la testigo Zabala recibe un turno con una determinada cantidad de elementos en la comisaría y no los agrega a la lista de las cosas que hay en la comisaría. Y este dato tiene que ver sobre todo con el Caso de los hermanos Aballay, porque precisamente lo que no anota son las municiones, que seguramente ya habían sido utilizadas sobre todo contra los hermanos Aballay. Por eso es que queda muy claro de que esta testigo no está diciendo la verdad”.


Valeria Zabala

“Yo no pago más”, (a buen entendedor, pocas palabras)

Pocos minutos después de finalizado el debate, Natalia Martínez, quien había estado presente en el mismo como parte del público a partir de que es compañera de César Antillanca, fue testigo de una situación que merece ser conocida. Nos dice Natalía:

Salía del debate del juicio de Antillanca, estaba parada en la calle 9 de Julio y Rivadavia, en la esquina del banco por encender un cigarrillo, cuando reconozco la voz de la última testigo del debate, que es Zabala, que le comenta a su compañero de trabajo que estaba haciendo adicionales en el banco lo que había sido el juicio, que había sido muy complicado, que la fiscal era una vigilante, que estaba defendiendo a los delincuentes. Y en medio de todo ese bullicio que estaba hablando, se acerca un auto Megane azul con vidrios polarizados y matrícula HNY 530, que era un auto de un privado pero conducido por un policía con el vidrio bajo del acompañante, y le pregunta: “¿y, qué tal?” Ella vuelve a repetir lo mismo, que estuvo rejodido, que la fiscal la complicó, la mareó. Y él dice, “yo no pago más”. Se ríen los tres. Y dice: “aparte Solís me manda un mensaje de texto y me dice sos una masa en el testimonio que me diste”. Say no more…

Hoy a las ocho y media de la mañana en el sexto piso de Tribunales continúa el debate. En principio debería realizarse una videoconferencia con algún testigo más y posiblemente después los alegatos de los familiares de Julián, en este caso su madre Sandra y César, y también, si así lo consideran, los propios acusados. Será una jornada importante, por lo que volvemos a convocar a la comunidad en general y a las organizaciones sociales y políticas a brindar su apoyo a la familia de Julián para que su asesinato no quede impune. Aunque a  los sectores vinculados a prácticas represivas e intimidatorias les moleste: allí estaremos.

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