Mario Milipil prestando declaración. Atrás, Jorge Abraham con los abogados de la Defensa |
Con casi una hora de
retraso, a las nueve y veinticinco de la mañana, comenzó la audiencia de ayer.
Fue una jornada que como saldo general no dejó conforme a la Defensa, ya que la
mayoría de los testigos que presentaron tuvieron indisimuladas contradicciones
o no dijeron lo que se pretendía de ellos, lo cual provocó no solo gestos de
nervios entre los acusados, sino también rostros sumidos en la preocupación por
parte de los abogados. También se registró un intento de intimidación al autor
de estas líneas, y afuera de la audiencia la compañera de César Antillanca le
tocó presenciar una situación de mínima sugestiva.
El primer testimonio se efectuó vía teleconferencia
y estuvo a cargo de Jorge Daniel Vistoso, actual subcomisario en Comodoro
Rivadavia, quien fuera integrante de la Brigada de Investigaciones en las
primeras semanas del asesinato de Julián. Durante aproximadamente media hora
detalló su labor por aquel entonces. Dijo que redujo la investigación a los
amigos de Julián y patovicas de los boliches. Planteó como una de las primeras
hipótesis algún grado de responsabilidad de Lucas Urbano en la muerte de
Julián. Consultado por la fiscal Mirta del Valle Moreno y la abogada por la
querella Verónica Heredia, respondió que no entrevistó a personal policial en
el proceso. De su declaración se desprendió sin demasiado esfuerzo que llevó a
cabo una investigación paralela de la fiscalía. Sobre el particular, César Antillanca
analizó que “estaban llevando adelante diligencias que no habían sido
solicitadas por el ministerio Público Fiscal cuando este ya estaba a cargo de
la investigación”.
Luego declararon Natalia Casas y Oscar Solís
respectivamente. La primera pareja de uno de los acusados, Martín Solís, y el
segundo su padre. Natalia dijo estar en relación con Martín desde hace
aproximadamente once años. Su testimonio se redujo al momento en que Martín
Domínguez Reyes, hermano de la testigo Jorgelina Dóminguez, se encontraba en
libertad condicional y a ellos les tocaba hacer las guardias. Por su parte, el
padre del acusado dijo que el 5 de septiembre de 2010 su hijo a las seis y
veinte de la mañana ya se encontraba en su casa en Rawson. Sobre el final, sin
que nadie le preguntase nada, quiso tomar la palabra para decir que entendía la
lucha de la familia de Julián, pero que su hijo no tenía nada que ver. Sin embargo,
fue interrumpido por el Tribunal a pedido de fiscalía, y cuando se retiró le
guiñó el ojo a Martín. Nuevamente César Antillanca, se refirió a esta situación
del debate, y nos dijo que “tenemos que recordarle al papá de Martín Solís que
él viene a reclamar por la altura moral de su hijo, pero que precisamente su
hijo está condenado en el “Caso de los hermanos Aballay por vejaciones, además
de todos los maltratos”.
Rafael Francisco Williams, en aquel entonces
policía integrante de la Brigada de Investigaciones en nuestra ciudad, y desde
2011 empleado del ministerio Público Fiscal, fue el siguiente testigo. Se le
consultó por las diligencias que efectuó junto a Vistoso, aunque para disgusto
de la Defensa y de los acusados no recordó la mayor parte de las preguntas que
le realizaron, por lo que se cayó la estrategia de querer vincular a Urbano en
la muerte de Julián. Esta situación cambió el humor de los abogados Fabián
Gabalachis y Gustavo Castro, quienes a partir de entonces profundizaron el
fruncimiento de cejas que ya les había provocado algunas contradicciones de
Vistoso. Cuando se retira Williams pasa delante de donde se encontraban
sentados los acusados. En ese instante Jorge Abraham busca cómplice el rostro
del comisario Carlos Sandoval y se ríe en una combinación de gesto irónico y
nervioso, mostrándose disgustado con el testimonio. En ese preciso momento
Abraham da vuelta la vista y observa que quien escribe estas líneas se había
percatado del gesto. Ante esta
situación, me mira fijo y me dice: “¿Qué mirás vos?”, obviamente en claro tono
intimidante, sin sacar sus ojos de los míos, y esperando que yo baje la vista,
cosa que no hice. Volvió su cabeza nerviosa hacia otro lugar, y luego se
alejó del sitio para sentarse junto a sus abogados.
Mario Milipil, una especie de pseudorollinga
cobani treintañero fue el próximo testigo. Milipil se desempeña actualmente en
la Brigada de Investigaciones, seguramente valiéndose de su flequillo buchón
para internarse en las barriadas y levantar pibes y pibas que se toman una
birra o un vino en la esquina, mientras los grandes narcos en connivencia con
el podrido y mafioso aparato policial hacen de las suyas. En 2010 efectuaba
tareas en el Comando Radioeléctrico. En tono desfachatado y al mejor “estilo
Paolo” respondió preguntas, mostrándose algo nervioso, pero sin llegar a ser una
declaración clave para la Defensa ni para la Acusación.
Luego de dos testimonios irrelevantes, prestó
declaración Valeria Zabala, oficial de guardia de la Comisaría Cuarta la
madrugada que asesinaron a Julián. Fue quizá la única testigo que presentó la
Defensa ayer que tuvo una actuación más o menos acorde a lo que se esperaba
según los intereses de los acusados. Sin embargo, su testimonio no estuvo
exento de contradicciones. Al respecto, César Antillanca advirtió que “creo que
hoy queda acreditado que no son fiables los libros de la Seccional Cuarta y del
Comando Radioeléctrico, dado que la testigo Zabala recibe un turno con una
determinada cantidad de elementos en la comisaría y no los agrega a la lista de
las cosas que hay en la comisaría. Y este dato tiene que ver sobre todo con el Caso
de los hermanos Aballay, porque precisamente lo que no anota son las municiones,
que seguramente ya habían sido utilizadas sobre todo contra los hermanos Aballay.
Por eso es que queda muy claro de que esta testigo no está diciendo la
verdad”.
Valeria Zabala |
“Yo no pago más”, (a buen entendedor, pocas palabras)
Pocos minutos después de finalizado el debate, Natalia Martínez, quien había estado presente en el mismo
como parte del público a partir de que es compañera de César Antillanca, fue
testigo de una situación que merece ser conocida. Nos dice Natalía:
Salía del debate del
juicio de Antillanca, estaba parada en la calle 9 de Julio y Rivadavia, en la
esquina del banco por encender un cigarrillo, cuando reconozco la voz de la
última testigo del debate, que es Zabala, que le comenta a su compañero de
trabajo que estaba haciendo adicionales en el banco lo que había sido el
juicio, que había sido muy complicado, que la fiscal era una vigilante, que
estaba defendiendo a los delincuentes. Y en medio de todo ese bullicio que estaba
hablando, se acerca un auto Megane azul con vidrios polarizados y matrícula HNY
530, que era un auto de un privado pero conducido por un policía con el vidrio
bajo del acompañante, y le pregunta: “¿y, qué tal?” Ella vuelve a repetir lo
mismo, que estuvo rejodido, que la fiscal la complicó, la mareó. Y él dice, “yo
no pago más”. Se ríen los tres. Y dice: “aparte Solís me manda un mensaje de
texto y me dice sos una masa en el testimonio que me diste”. Say no more…
Hoy a las ocho y media de la mañana en el sexto
piso de Tribunales continúa el debate. En principio debería realizarse una
videoconferencia con algún testigo más y posiblemente después los alegatos de
los familiares de Julián, en este caso su madre Sandra y César, y también, si
así lo consideran, los propios acusados. Será una jornada importante, por lo
que volvemos a convocar a la comunidad en general y a las organizaciones
sociales y políticas a brindar su apoyo a la familia de Julián para que su
asesinato no quede impune. Aunque a los sectores vinculados a prácticas
represivas e intimidatorias les moleste: allí estaremos.
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