Por Iván Marín, militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS)
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Por si a alguien le quedaba alguna duda: no fue coma alcohólico, lo asesinaron |
A las nueve y veinte de la mañana comenzó la
decimoprimera audiencia del segundo juicio por el asesinato de Julián
Antillanca, por el cual están siendo juzgados policías de la Comisaría Cuarta. La
clave del día estuvo en las declaraciones de peritos científicos que echaron
luz sobre cuestiones objetivas que hacen a la causa, como por ejemplo rastros
de ADN en un patrullero, que con muchas probabilidades podrían ser de Julián.
Por ausencia de la abogada Verónica Heredia,
que se encontraba junto a Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora,
en la audiencia por el pedido de habeas corpus que realizó para el día de la
fecha en la que pide que funcionarios declaren por la desaparición de su hijo
en la última dictadura militar. Entre los citados a declarar se encuentran jefe
del Ejército, César Milani y el ministro de Defensa, Agustín Rossi. En su
reemplazo estuvo el reconocido abogado Eduardo Hualpa.
El primero en prestar testimonio fue el doctor
en Ciencias Biológicas Daniel Corach. Lo realizó mediante una accidentada
videoconferencia vía Skype, que se vio malograda en varias oportunidades hasta
finalmente se realizó con un teléfono celular que disponía la sala. Amplificaban con equipo de sonido que incluía micrófono, mientras aparecía la imagen del perito en un proyector.
Corach, que se encontraba en la Facultad de
Farmacia y Bioquímica, en particular en el Servicio de Huellas Digitales, del
cual es director, fue el encargado del estudio de muestras del patrullero que
se sospecha utilizaron para arrojar a la calle Patagonia el cuerpo de Julián.
El bioquímico expresó que desde el lugar que dirige se han realizado alrededor
de trece mil estudios sobre el tema y que ofrecen sus servicios a la Corte
Suprema de Justicia de la Nación desde 1993.
El doctor comenzó su exposición relatando que el
perito designado por la provincia del Chubut “trae una serie de evidencias, que
son en general algunas piezas de vehículo y otros objetos, que son
seleccionados en el laboratorio, entre ellos una serie de hisopos que
oportunamente fueron tomados de dos vehículos, y se procedió al análisis del
material”. Agregó que “la única muestra que arroja algún resultado de interés
es la denominada 38 si mal no recuerdo, en la que se encuentran perfiles
mezclados atribuibles al menos a dos individuos. Y en esta muestra lo que vemos
es que si bien en forma completa no podemos identificar al perfil ni de la
víctima ni de ninguno de los sospechosos, podemos ver que hay una gran
coincidencia de marcadores entre la víctima y el sospechoso, tanto en
marcadores de identificación como en los marcadores de linaje como lo son los
marcadores de cromosomas masculinos, el cromosoma Y”.
Explicó para la mayoría de los presentes de qué
se trata este tipo de análisis: “A partir de una muestra determinada se
obtiene una cantidad de material genético, de ADN, a la que uno le puede hacer
diferentes preguntas. Para ello vamos a usar sistemas que ponen de manifiesto
marcadores de herencia biparental, que serían marcadores identificatorios. Y si
usamos marcadores de cromosomas Y, con otra muestra de lo mismo que hemos
obtenido, lograremos información referente al linaje paterno”. Es decir, son
dos procedimientos complementarios: uno para certificar quiénes son los padres
del sujeto en cuestión, lo que se conoce como marcadores autosómicos, y el otro
para identificar el linaje paterno, conocido como “cromosoma Y”.
Describe que para el caso del cromosoma
autosómico se encuentran presentes nueve de dieciséis marcadores el perfil
coincidente con el de la víctima, y que en el caso del cromosoma “Y” es
prácticamente completo. Ello le permite concluir que “el perfil genético
identificatorio podría con cierta razonabilidad corresponder al de la víctima”.
También pondera que “lamentablemente la calidad de los resultados es tal que no
permiten ni permitía en aquel momento hacer una ponderación estadística de los
resultados dada la complejidad de los perfiles.
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Daniel Corach vía Skype |
Uno de los pasajes más interesantes de su
exposición fue cuando lo interrogó el abogado defensor Fabián Gabalachis (FG),
que obviamente buscaba hacerle decir al bioquímico que era improbable
certificar que las muestras perteneciesen a Julián:
-FG: ¿El perfil que usted
observó le conlleva a una solución concluyente respecto de la identidad de la
víctima?
-DC: Lamentablemente, dadas las características del perfil, no se
logra asignar un valor estadístico a la prueba. Lo cual determina que uno debe
ser extremadamente cauteloso, si bien lo que evaluamos en los perfiles sería
muy razonablemente vinculable con la víctima. Lamentablemente en aquel momento, en el 2011, los sistemas de cálculos
disponibles no permitían una aproximación un poco más dura al respecto. Tal vez
en este momento uno podría llegar, pero sería replantear nuevamente toda la
parte de análisis. Lo cual está fuera de mi decisión. De cualquier manera creo que es una evidencia bastante sólida que
sugiere que ese material podría haber provenido de la víctima (…)
-FG: ¿Esta pauta de
razonabilidad que usted indica lo podemos traducir en aseverar con certeza de
que esto es así o nos alejamos?
-DC: El problema es que la
conclusión certera sería realmente el establecimiento de un valor. Plantear un
índice de verosimilitud que sea realmente concluyente. El problema que tenemos
es que para eso necesitamos tener una información muy clara a partir de los
marcadores de herencia biparental, es decir los autosómicos, que son los
marcadores que identifican a un individuo. En este caso si bien tenemos nueve
de dieciséis marcadores coincidentes exhibiendo idéntico genotipo, existen
otros elementos que de alguna forma oscurecen el resultado. Razón por la cual
no nos permite hacer una ponderación estadística completa y que sea realmente
de peso en la causa. El problema básico es que los niveles de amplificación han
sido bajos, que el grado de degradación en la muestra es considerable, y por lo
tanto debemos ser muy cautelosos antes de emitir una ponderación que podría
llegar a ser incriminante. Básicamente
es un indicio que yo considero bastante potente, pero no se los puedo plantear
como un valor estadístico definido.
-FG: Corríjame si este
razonamiento es equivocado. ¿Esta combinación que usted ha hecho referencia de
marcadores autosómicos que son nueve sobre diecisés y conjuntamente con lo que
se ha manifestado de los cromosomas sexuales impiden la identificación concreta
de un individuo?
-DC: Realmente no. Porque
tenemos por un lado el perfil prácticamente completo para todos aquellos
marcadores que amplificaron en la evidencia. Eso ya es un indicio que
Antillanca víctima, o algún Antillanca de la familia por vía paterna podrían
haber estado presentes. Pero si a esto lo combinamos con la información que
vemos entre todo ese complejo perfil que tenemos en la evidencia autosómica de
la muestra 38 podría reforzar que efectivamente podría haber estado presente.
Pero las características técnicas que se logran no nos permite ponderarlo
estadísticamente.
Hualpa le consulta cómo sería en la práctica
volver a realizar dichos análisis, a lo que el bioquímico responde que
“básicamente sería analizar nuevamente desde el punto de vista estadístico
todos los resultados. No habría que hacer ningún tipo de análisis experimental
adicional, y llevaría un tiempo considerable, un par de meses tal vez".
Respecto del particular el abogado por la
querella nos dijo que “lo que quedó claro es que el doctor Corach, que es una
eminencia en materia de genética aplicada a la investigación criminal, con los
cuidados máximos que se pueden tomar, incluso considerando un margen de error
para no incriminar a nadie con pruebas suficientes, dijo que era una prueba de
peso, una prueba muy importante el aporte de Antillanca a la muestra que
analizaron en la parte posterior del vehículo policial”.
César, el padre de Julián, consultado sobre el
procedimiento de secuestro del susodicho patrullero, advirtió que “creo que fue
sobre fin de año (2010). Lógicamente este auto había sido deliberadamente higienizado
porque como ocurre con el caso de Julián debe ser siempre igual”. Incluso,
amplía denunciando que “en este caso también estuvo el aparato de impunidad
funcionando porque el primer auto que se presentó como que había estado esa
noche trabajando era un auto que estaba fondeado en la Comisaría Seccional Primera
de Trelew. Después con una diligencia nueva se certifica cuál era el auto que esa noche había estado
en el Comando Radioeléctrico asignado a la Seccional Cuarta”.
El siguiente testimonio estuvo a cargo del
comisario inspector Claudio Fernández, quien se encargo, entre otras cosas, de
realizar tareas de peritajes en el lugar donde fue hallado el cuerpo de Julián.
De su extensa exposición, quizá lo más importante fue la ratificación de que el
cuerpo de Antillanca fue arrojado por alguien, es decir, que llegó ya muerto o
inconsciente.
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Claudio Fernández, comisario inspector |
Finalizaron la audiencia dos bioquímicos que
trabajan para criminalística, que fueron los que tomaron las muestras de sangre
que luego analizara Corach. Sobre estas declaraciones Hualpa expresó que
dijeron que encontraron “una faja de clausura que aparece rota cuando ellos
empiezan a trabajar con el auto. La defensa insistió por ese lado con los dos
testigos, evidentemente adelantando que van a plantear la invalidez de la
prueba de sangre”, aunque ve muy difícil que logren tal cometido. Hoy a las
ocho y treinta de la mañana continúa el juicio. Allí estaremos.