Algunos de los policías en el banquillo de los acusados |
Ayer a las nueve de la mañana comenzó la última
audiencia de la semana en el segundo juicio por el crimen de Julián Antillanca,
por el que se encuentran acusados cinco efectivos
policiales. Los cuatro testigos confirmaron testimonios y pruebas clave de las
importantes jornadas que se realizaron en los últimos días.
Posiblemente la declaración más importante haya sido la última,
la de María Yolanda Reyes, madre Jorgelina Domínguez, la testigo que viera
cuando un patrullero arroja el cuerpo de Julián en el asfalto de la calle
Patagonia. La testigo comenzó su testimonio recordando que en aquel momento
Jorgelina vivía con Gabriela Bidera, ambas con sus respectivos hijos. Esa noche
las jóvenes salieron a bailar y María se quedó cuidándole los hijos. Dijo que a
la madrugada ambas “llegaron corriendo y con una cara de asustadas bárbaro. Les
digo qué pasó, me dicen nada y se fueron a dormir. Al mediodía se levantaron y
se miraban entre ellas, hasta que la otra chica se largó a llorar y me cuentan
que habían visto que de un patrullero bajaban a Julián, (que yo en ese momento
no lo conocía). Y esta otra chica lloraba porque decía que era hija de un
comisario, me parece, que ella no podía hablar, que le tenía terror al padre.
Así que les digo bueno, está en ustedes decir la verdad".
Continúa con el relato y se produce un
intercambio con la fiscal Mirta del Valle Romero que refleja el difícil momento
por el que tuvieron que pasar integrantes de esta familia. Dijo María: “Pasó el tiempo, y nosotros le habíamos
comentado a un amigo nuestro que trabaja en diario El Chubut, y ese amigo se
contactó con el padre de Julián y la vinieron a ver a Jorgelina. Yo no sabía si
decirle que sí o que no porque era un caso bastante jodido. Finalmente declaró”.
-¿A qué se refiere con jodido?
-Por la policía. Por
eso yo tenía miedo. En realidad yo tenía mucho miedo, tenía miedo que la hayan
visto a ella, que la quisieran hacer callar. Y ella decidió hablar, así que la
dejé.
-¿Ahora sigue teniendo
miedo?
-Tengo terror. Trabajo,
vivo pensando, pienso en mis nietas…Vivo con miedo
-¿De qué tiene miedo?
-De que me hagan algo a
mí hija y a mis nietas
-¿Quiénes?
-La policía. Realmente
tengo mucho miedo, yo no vivo en paz. Tuvimos amenazas, a mí una vez me tiraron
una moto negra, que no ví si era policía o no. Después nos prendieron fuego un
auto en la puerta de casa. Cuando mi hija declaró en cámara Gesell, salió por
Internet la declaración de ella. Entonces yo vine acá a fiscalía a hacer la
denuncia y preguntar cómo es posible si ella era testigo encubierto (…)
La abogada por la defensa Verónica Heredia le
consultó qué le respondieron al respecto, a lo que la testigo contestó: “Hasta
ahora no me han dicho nada, pero ya sabe todo el mundo quién es Jorgelina”.
María Yolanda Reyes |
El primero en prestar testimonio en la jornada
de ayer fue el doctor en Ciencias Naturales del Conicet Néstor Guillermo Basso,
quien fue el encargado de analizar muestras de ADN de una botella de Paso de
los Toros encontrada en la camioneta que condujo Ezequiel Gajardo cuando
alcanzó desde la salida de Ku hasta Michael Jones y Musters a Walter Torres,
amigo de Julián. Basso, mediante videoconferencia desde la oficina judicial de
Puerto Madryn, señaló que se encontró “perfil genético mixto, es decir que
intervenían tres o más individuos, y de esas personas al menos uno resulta de
sexo masculino”. Agregó que “no se puede excluir material de perfil genético de
la víctima Antillanca”, aunque advirtió que “no había material genético
suficiente” para poder hacer un análisis más concluyente y que el perfil
genético pudo haberse encontrado por azar. En realidad es parte de la
estrategia de la defensa este testimonio, ya que hasta el momento no hay ningún
indicio de que Julián haya estado en esa camioneta o bebiendo de esa botella. El
doctor finalizó planteando que “este tipo de evidencia debe ser considerada por
el Tribunal asociada a otras pruebas para darle un valor considerado. Como
única evidencia la considero no concluyente”.
Luego testimonió Lucas Urbano, el pibe al cual
indicaron varios testigos que se encontraba esa noche con un cuchillo y que
quería pegarle a Bruno Toledo. Lucas ratificó que esa noche tuvo una discusión
con un chico, aunque no hizo referencia a Bruno sino a un tal “Mota”, quien lo
habría agredido adentro del boliche. Afuera se volvieron a encontrar,
discutieron, él sacó un cuchillo, aunque sus amigos se lo quitaron rápidamente,
y finalmente no llegaron a trenzarse en golpes de puños. También dijo que con
antelación desde la terraza del boliche vio cómo varios policías golpeaban a
pibes. Se presume que fue la golpiza a la que hicieron referencia Walter Torres
y Lucas Daniel Soria, que con el tiempo se conoció como el “Caso de los
hermanos Aballay”. Finalmente Urbano dijo que se retiró en su auto a su casa
sin inconvenientes.
El otro testigo en declarar fue el comerciante
Ariel Raúl Quinteros, encargado de llevar en una grúa desde Trelew a Rawson el
patrullero del cual se tomarían muestras para ser analizadas en Buenos Aires
por el perito bioquímico Daniel Corach, y que dieran como resultado que “el
perfil genético identificatorio podría con cierta razonabilidad corresponder al
de la víctima”. Quinteros recordó que aquel día corría mucho viento y que
mientras iba camino a dejar el auto al lugar indicado “vio que se voló el
precinto del lado derecho del auto, que se había cargado marcha”. Este
testimonio es importante, ya que la defensa puede usar como estrategia este
detalle de la falta de precinto para intentar quitarle valor a la declaración
de Corach.
El juicio continúa el martes 23 a las ocho y
treinta de la mañana. Como lo venimos haciendo en todas las crónicas
anteriores, convocamos a la comunidad en general, trabajadores,
estudiantes, organizaciones sociales y políticas se acerquen a la sede de
Tribunales a prestar su solidaridad a la familia de Julián para que este caso
no quede impune por segunda vez. Allí estaremos
No hay comentarios:
Publicar un comentario