lunes, 31 de marzo de 2014

Trabajo esclavo en Trelew. La lucha en la pesquera Consermar

Por Iván Marín, militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS)
 
Foto: diario El Chubut
Jornadas interminables que superaban las treinta horas ininterrumpidas de trabajo, con indumentaria obviamente inadecuada para las tareas que realizaban, el látigo y el maltrato constante por parte de la patronal, sueldos miserables y más de cien trabajadores en negro. Todo este combo infrahumano y esclavizante no es una descripción de las condiciones de vida de los trabajadores de la vieja sociedad industrial inglesa del siglo diecinueve, o de sus colonias a lo largo y ancho del planeta, sino la situación vivida a tan sólo cuatro o cinco kilómetros del centro de Trelew, en la empresa procesadora de pescado Consermar S.R.L., ubicada en el parque industrial. Una treintena de dichos trabajadores se encuentran hace tres semanas bloqueando el ingreso a la empresa exigiendo salarios adeudados, que se los blanquee y mejores condiciones laborales.

Beatriz, trabajadora de la empresa, nos relata cómo comienza la lucha, “el día 8 de marzo tomamos esta medida, por distintos temas, porque no nos pagaban, cobrábamos 24 pesos la hora por semana, y el 8 de marzo nos estaban debiendo tres semanas, y de esas tres semanas se pagó la mitad de una. Eso fue la gota que rebalsó el vaso. Ahí empezamos esta lucha pacíficamente”. Robín, uno de los referentes elegidos por los trabajadores, amplía el estado de la situación y se refiere a las condiciones en que la patronal los obligaba a desarrollar sus tareas, al señalar que “ya veníamos con problemas de pago, así que tomamos la decisión de tomar la planta. Este problema se agrandó cada vez con el poco trato que teníamos con el dueño, que es Javier Ortiz, que fue siempre con su carácter que tiene de explotarnos hasta el máximo. Nos hacía trabajar entre veinticuatro y treinta y seis horas. Y así y todo seguíamos trabajando hasta que se empezó a complicar con el pago. Los chicos de frío no tienen indumentaria para ese tipo de trabajo, están en remera, delantal y botas. Y después a merced de la salud de ellos tienen que laburar. La lucha es por ser blanqueados y estar en reglas, todo lo que significa estar en blanco. Un trabajo digno”. Vanesa, da más detalles de estas condiciones esclavizantes de trabajo, a partir de su experiencia personal, y señala que la patronal le adelantó el día de ingreso al laburo, que “había horario de entrada, pero no teníamos horario de salida, que podíamos salir el mismo día o al otro día. Empecé trabajando dieciséis-diecisiete horas. Un día nos hicieron trabajar veintidós horas, nos hicieron lavar bolsas con mucho amoníaco. Los horarios que teníamos para tomar y comer algo eran 15 minutos”. Nuevamente Beatriz se refiere a la cuestión, “lo máximo que hacíamos eran veintidós horas tres veces a la semana y ya después treintidos horas. Entrábamos a las siete de la mañana y salíamos al otro día a las ocho. Y todas las represalias que teníamos, no te vayas a enfermar porque mañana no entrás a laburar”.

Como es de esperarse, la lucha de estos trabajadores profundizó el odio furibundo que la patronal tiene por los mismos y comenzaron las persecuciones, amenazas y agresiones físicas. Al respecto dice Robín, “en lucha estamos veintisiete trabajadores, éramos treintiocho, algunos se bajaron. Y el resto que están en contra de nosotros son cerca de setenta y ocho personas, que fue trabajo de Ortiz ponerlos en contra de nosotros. Les ofreció la empresa que las manejen ellos y seguir trabajando en negro. Ha habido amenazas, armas de fuego, han tirado un tiro, a un compañero lo quisieron apuñalar. El señor Ortiz ha llegado a tomar la decisión de llegarle a pagar a la gente para que a nosotros nos venga a sacar”. Vanesa nos dice que ella fue una de las que sufrió en carne propia las agresiones de la gente enviada por la patronal, y que eso sucedió luego de una de las jornadas de negociaciones entre las partes: “el dueño nos amenazó diciendo que él iba a arreglar este tema casa por casa. En ese mismo día a la noche, yo llego a la una de la mañana a casa y a las dos de la mañana me rompen la luneta del auto. Yo hice la denuncia contra este hombre. Al tercer día me rompieron vidrio de arriba del auto”.

Esta lucha está siendo protagonizada en su mayoría por trabajadoras que en muchos casos son el único sostén económico de sus familias. Es necesaria que sindicatos, centros de estudiantes, organizaciones de izquierda, de derechos humanos y la sociedad en general rodee de solidaridad esta lucha para que triunfe. En breve también tendremos las entrevistas en www.tvpts.tv 

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