jueves, 30 de mayo de 2013

Sí, la clase obrera contra Evo y las patronales. Una respuesta a Atilio Boron

Por Iván Marín, militante del PTS-Trelew

Más de 3.500 mineros, miles de maestros urbanos y rurales, trabajadores fabriles y de la salud marchan y bloquean las calles de La Paz

La enorme lucha que dieron los obreros bolivianos enrolados en su central sindical, la COB, y que se encuentra actualmente en un cuarto intermedio de treinta días a la espera de una respuesta a la propuesta del gobierno de Evo Morales, no sólo puso nervioso a dicho gobierno, que infiltró, persiguió, reprimió y encarceló indiscriminadamente a los trabajadores, sino que además volvió a poner en la arena de la discusión política e intelectual a qué intereses responde el gobierno de Bolivia. En estos días el politólogo Atilio Boron se sumó al debate con unas breves líneas en su página web, planteando al menos cuatro cuestiones con las que intentaremos polemizar a continuación: 1) a qué carácter de clase responde el gobierno de Evo o su supuesto anticapitalismo; 2) la infalibilidad o no de las intervenciones de la clase obrera; 3) el rol de las fuerzas represivas y 4) el papel que juega Evo Morales en la última y convulsionada década boliviana.

1)      Primero que nada no somos exclusivamente los marxistas los que “acusamos” a Evo de promover el capitalismo, sino que es él mismo en gobierno el que planteó su proyecto de “capitalismo andino”. Después respecto a la cuestión de Estados Unidos, en general las potencias imperialistas suelen querer intervenir de distintas formas en sus semicolonias. La historia ya ha presentado varios casos en donde gobiernos nacionalistas-burgueses, (a los cuales pertenece el de Evo, más allá de las peculiaridades propias de cada caso), se han visto obligados producto de la presión de las masas, a hacer concesiones a las mismas tocando intereses de las clases dominantes locales y extranjeras. Eso por sí mismo no la hace anticapitalista. De todas maneras, si hay algo que ha caracterizado al gobierno de Evo, entre otras cosas, fueron sus continuos pactos con la derecha, en pos de la “gobernabilidad”.  La salida a la crisis del 2008 es un claro ejemplo de ello.

2)      La cuestión no pasa por si la clase obrera nunca se equivoca o no, pues nadie podría plantear semejante ridiculez. De lo que se trata es si esta intervención independiente contra las patronales y el gobierno de Evo es legítima o no. En este caso en particular la reivindicación contra la neoliberal ley de pensiones, planteando, entre otras cosas, jubilarse con el 100% del sueldo de las últimas 24 plantillas (meses). Hay estudios como este que demuestran que si los patrones y el Estado aportaran al menos 6% y 2%, respectivamente, todos podrían jubilarse con el 100% de su salario. ¿Tan “irresponsable” puede ser esta demanda? Lo que sucede en realidad, es que el gobierno de Evo sintió fuertemente el ingreso en la arena política de la clase obrera como hacía mucho tiempo no ocurría en el país. Y en esto, sus discursos fueron claramente antiobreros y macartistas, endilgándole fines electorales y/o políticos a los trabajadores nucleados en la COB, y que en este momento están llevando a cabo una discusión para la creación de un “instrumento político de los trabajadores”, es decir, un partido político propio. Un gobierno que dice representar los intereses del pueblo se pone nervioso cuando los trabajadores se organizan de manera independiente de las patronales y el propio gobierno. 

3)      La cuestión de la represión y el rol de la policía, expresa, evidentemente, primero que nada el carácter bien patronal del gobierno de Evo, que mantiene incólume el aparato represivo del estado capitalista boliviano. Y no sólo ello, sino que además, a diferencia de los trabajadores y campesinos, estas fuerzas que utilizó para reprimir a los trabajadores, sí se jubilan con el 100% del aporte de su último sueldo. En este caso, sería importante un posicionamiento claro en contra de la represión a los trabajadores, cosa que Boron no termina de hacer en su posteo.

4)     Nos dice Boron “Un hombre que cambió en forma definitiva e irreversible la historia de Bolivia y que gobierna con el apoyo mayoritario de su pueblo –y contra la feroz oposición de la derecha y el imperialismo- merece un trato un poco más respetuoso de sus críticos izquierdistas, sobre todo de quiénes nunca lograron dejar una huella perdurable en la historia de sus países”. ¿Un hombre que cambió en forma irreversible la historia de Bolivia? (sic, mil veces sic!!!) Sin desconocer el rol de los líderes políticos, la historia las cambian las masas cuando luchan, que en este caso se expresa históricamente en los últimos años con la guerra del agua, el levantamiento aymara y la insurrección de octubre del 2003, entre otros. Todo indica que el gobierno de Evo más que “cambiar de forma irreversible la historia de Bolivia”, en realidad fue la mejor salida que encontró el régimen para desviar la radicalización del proceso de masas, incorporando algunos importantes derechos democráticos formales, con el objetivo de encauzar la reestructuración del estado capitalista en base a la incorporación y/o cooptación de movimientos sociales, burocracias campesinas y obreras, la relegitimación de las fuerzas armadas y la incorporación de una nueva “burguesía andina”.  En toda la intervención de Boron no hay un atisbo de crítica al gobierno: todo pareciera que fuera parte de una supuesta irresponsabilidad de los que luchan o de la derecha boliviana aliándose al imperialismo estadounidense.
 
Boron escribió estas líneas como introducción a la incorporación en su blog de dos artículos publicados en el sitio web de Rebelión, que supuestamente expresarían “las dos campanas” de la situación: el primero de ellos de Rebeca Peralta Mariñelarena y el segundo de Guillermo Almeyra. Si bien ambas posiciones son distintas, la primera bien gorila y anti-obrera, que han repetido hasta el cansancio distintas agrupaciones de la llama “izquierda independiente” en nuestro país, y la de Almeyra reconoce ciertos problemas del gobierno de Evo, obviamente ambas tienen sus límites. Ya compañeros nuestros han polemizado con este tipo de posiciones acá, aunque debemos hacer notar que en este caso se polemiza con un texto anterior de Almeyra. Otra cuestión no menor en este asunto, (en el envío a reprimir por parte del gobierno de Evo), es la estigmatización que propiciaron contra el movimiento trotkista, que en Bolivia, a diferencia de lo que dice Boron (que aunque no se refiera explícitamente al trotkismo en esta oportunidad; tenemos razones de sobra para suponer que se refería al mismo, teniendo en cuenta otras expresiones de similares características que ha realizado Boron en anteriores oportunidades), sí tiene mucha tradición, al endilgarles que estarían detrás de un intento desestabilizador o cosas por el estilo, como dijo su vicepresidente García Linera, y con el cual polemizamos acá.



Evidentemente esta lucha de los obreros bolivianos ha tenido sus límites, pero es un avance en años de parálisis promovidas por sus direcciones burocráticas aliadas al MAS de Evo. En este caso, también podemos decir que la dirección de la COB fue el principal impedimento para romper con el corporativismo y tener una política hegemónica para el resto de la masa oprimida y explotada del país. Nuestros compañeros de la LOR-CI, agrupación hermana del PTS en la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional, y que han tenido un rol protagónico en el impulso del instrumento de los trabajadores, trazan un balance de los quince días de lucha, marcando límites y fortalezas de la misma acá. También dejamos un interesante artículo de nuestra compañera Cecilia Feijoo titulado "Los saldos del conflicto Evo-COB y el espectro de Barrientos", donde reflexiona, entre otras cosas, con el intento de Evo de enfrentar pobres contra pobres, llamando a movilizar al campesinado contra la legítima lucha obrera.

Boron remata su breve intervención diciendo “Entre nos, ¡no nos vendría nada mal tener un Evo como presidente de la Argentina, aunque sea por un tiempito!”. Vaya paradoja, semejante exclamación, parece hecha más para la tribuna, que por un politólogo que se reivindica marxista. Boron, desconociendo enormes experiencias históricas de masas como la Comuna de París o las revoluciones rusas con sus soviets, despacha sin más una apología del culto a la personalidad indisimulable. En este punto quizás radiquen nuestras mayores diferencias: los marxistas planteamos una praxis política con su respectivo programa y estrategia que apunta al autogobierno de las masas. Son ellas organizadas bajos las instituciones de autogobierno que vayan encontrando en su propio proceso de lucha, y dirigidas por un partido que intente pelear dentro de estos organismos de autogobierno para influirlos y ganar a la mayoría para sus ideas y programa de la revolución socialista, las que pueden darle la salida a las penurias de las clases explotadas y oprimidas. Algo que está muy lejos de ocurrir por el momento en Bolivia, pero donde ya tuvo su rica experiencia histórica con la Revolución del ´52, en donde los trotskista tuvieron un rol dirigente. Entonces, ¿por qué quienes nos consideramos marxistas deberíamos apoyar un proyecto claramente reformista si nosotros militamos por la revolución socialista? Esta pregunta, quizá, es la que debería responder Boron.

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