miércoles, 22 de enero de 2014

A 109 años del "Domingo Sangriento" y el inicio de la primera Revolución Rusa


Por Iván Marín

“La consciencia de hacer saltar el continuum de la historia es propia de las clases revolucionarias en el instante de su acción”.

(Walter Benjamin)

Autora Valentina Kulagina, afiche en conmemoración
de la Revolución de 1905.

EL 22 DE ENERO de 1905, hace exactamente 109 años, las masas proletarias de la atrasada Rusia zarista hacían estallar en mil pedazos “el continuum de la historia” de 34 años sin revoluciones. La derrota heroica de los comuneros de París de 1871 coincidió con el preludio de un crecimiento orgánico y fenomenal del capitalismo como quizá nunca antes se había registrado. Las potencias imperialistas fueron las mayores beneficiarias de esta situación, al costo de la explotación y opresión de las colonias y semicolonias del resto del mundo. El proletariado de las potencias centrales veía mejorar relativamente sus condiciones de vida, a la vez que sus representantes políticos, la Socialdemocracia, avanzaban vigorosamente en conquistar nuevas bancas parlamentarias. La ilusión de una transición pacífica al socialismo se iba apoderando de un sector importante de la izquierda. Contra este sector combatían Rosa Luxemburgo, Lenin, y León Trotsky, entre otros, quienes seguían sosteniendo que la lucha de clases inevitablemente conduciría a enfrentamientos revolucionarios.

Mientras se desarrollaban dichos debates, que tenían como eje central la Europa occidental, en Rusia la discusión transcurría en torno a la revolución democrático-burguesa que tendría como objetivo principal terminar con el absolutismo. Nos dice el historiador inglés Perry Anderson, “El zarismo en Rusia sobrevivió a todos sus precursores y contemporáneos, hasta convertirse en el único Estado absolutista que llegó intacto al siglo xx”. Hacia finales de 1904 y comienzos de 1905 la situación en Rusia se había vuelto convulsiva debido a la guerra contra Japón y numerosas huelgas obreras. Lo que derivó en una manifestación pacífica el 22 de enero (9 de enero según el viejo calendario ruso Juliano) que fue cruelmente reprimida, y que pasó a conocerse como “Domingo Sangriento”. A partir de entonces comienzan una seguidilla de luchas, manifestaciones y huelgas que dan lugar a la primera Revolución Rusa, cuyo momentos más importantes tuvieron lugar en los meses de octubre, noviembre y diciembre. La revolución fue derrotada, pero dejó grandes conclusiones estratégicas. Una de ellas fue la formación de los soviets. Al respecto nos dice León Trotsky, “antes de la aparición del soviet encontramos entre los obreros de la industria numerosas organizaciones revolucionarias dirigidas sobre todo por la socialdemocracia. Pero eran formaciones ´dentro del proletariado´, y su fin inmediato era luchar ´por adquirir influencia sobre las masas´. El soviet, por el contrario, se transformó en la ´organización misma del proletariado´; su fin era luchar por ´la conquista del poder revolucionario´”[1]. Otra de las grandes lecciones fue el rol que juegan las huelgas generales políticas como principal método de lucha de los revolucionarios: “La eficacia revolucionaria de este tipo de huelgas reside en que, aparte de su influencia sobre el capital, desorganiza el poder del gobierno[2]. Otra enseñanza para los revolucionarios fue la imprescindible articulación que debe tener la política de la clase obrera con las demandas de los demás sectores explotados y oprimidos, en este caso los campesinos, que eran la inmensa mayoría de la población, y principal fuente de reclutamiento del ejército que terminó aplastando la revolución. No es nuestra intención hacer un estudio pormenorizado de esta revolución, sino recordar esta gesta histórica del movimiento obrero. Lo que sigue es el documento presentado por los manifestando al zar, y que fue el que detonó la reacción del gobierno. Paradógicamente esta manifestación fue liderada por un cura: Gapón.


LA PETICIÓN DE LOS MANIFESTANTES

DEL 9 DE ENERO[3]


Es necesario:


Medidas contra la ignorancia y la ausencia de derechos del pueblo ruso.

  1. Liberación inmediata y retorno de todos aquellos que han sufrido por sus convicciones políticas y religiosas, por huelgas y desórdenes campesinos.
  2. Proclamación inmediata de la libertad y la inviolabilidad de la persona, de la libertad de palabra, de prensa, libertad de reunión, de consciencia en materia religiosa.
  3. Instrucción pública general y obligatoria costeada por el Estado.
  4. Responsabilidad de los ministros frente al pueblo y garantía de la legalidad de la gestión.
  5. Igualdad de todos, sin excepciones, ante la ley.
  6. separación de la Iglesia y el Estado.


Medidas contra la miseria popular.

  1. Abolición de los impuestos indirectos y su reemplazo por un impuesto directo progresivo y contributivo.
  2. Abolición de los intereses anuales por las compras de nuevas tierras, crédito barato y redistribución progresiva de la tierra al pueblo.
  3. Los comandos del ejército y de la flota deben ser nombrados en Rusia y no en el extranjero.
  4. Cese de la guerra, conforme a la voluntad del pueblo.


Medidas contra la opresión del capital sobre el trabajo.

  1. Abolición de la institución de los inspectores de fábrica.
  2. Creación de las usinas y fábricas de comisiones permanentes elegidas por los obreros, que examinarán, de acuerdo con la administración, todos los reclamos individuales de los obreros. El despido de un obrero sólo podrá hacerse bajo la decisión de esta comisión.
  3. Libertad inmediata de las cooperativas obreras de consumo y de protección de los sindicatos.
  4. Jornada de trabajo de 8 horas y reglamentación de las horas extras.
  5. Libertad inmediata de la lucha del trabajo contra el capital.
  6. Salario normal, inmediato.
  7. Participación obligatoria inmediata de representantes de las clases obreras en la elaboración del proyecto de ley sobre el seguro de los obreros por el Estado.


Estas son, Señor, nuestras principales necesidades, que hemos venido a confiarte; sólo satisfaciéndolas se puede liberar a nuestra patria de la esclavitud y la miseria, se puede hacer que ella prospere, que los obreros puedan organizarse para defender sus intereses contra la explotación desvergonzada de los capitalistas y del gobierno de funcionarios, que roba y ahoga al pueblo. Ordena y jura satisfacerlas y volverás a Rusia dichosa y gloriosa, y grabarás tu nombre en nuestros corazones y en los de nuestros descendientes por la eternidad; pero si tú no lo ordenas, si tú no respondes a nuestra súplica, moriremos aquí, en este lugar, frente a tu palacio. No tenemos dónde ir y esto no tendría objeto. Sólo tenemos dos caminos: o la libertad y la felicidad o la tumba. Que nuestra vida sea un sacrificio para que Rusia termine de sufrir. No lamentamos por este sacrificio, lo ofrecemos voluntariamente”.


G. Gapón, cura

J. Vassimov, obrero




[1] En “1905. Conclusiones”. León Trotsky y otros autores. Ediciones IPS-CEIP, 2006.
[2] Ibídem.
[3] Traducción inédita del francés de la versión publicada en Cahiers du Mouvement Ouvrier N° 25, CERMTRI, París, diciembre de 2004-enero de 2005, pág.18, para “1905, León Trotsky y otros autores”.

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